El viento empuja suavemente la vela mientras mis pies dejan de tocar el suelo. Durante unos segundos, todo parece suspendido en el aire: el rugido lejano del océano, el sol filtrándose entre las nubes y la inmensidad de Gran Canaria desplegándose bajo mis pies. Es un momento que, aunque lo haya vivido miles de veces, sigue poniéndome la piel de gallina.
![Vuelo en biplaza sobre el despegue de Los Giles en Gran Canaria, con un parapente rojo y la montaña de fondo bajo un cielo despejado.](https://www.christianfernandezdelvalle.com/wp-content/uploads/2025/02/vuelo-biplaza-gran-canaria.jpg)
Volar en biplaza no es solo un trabajo para mí; es una manera de compartir lo que más me apasiona. Cada vuelo es diferente, cada persona que se anima a despegar tiene su propia historia y su propia manera de vivir la experiencia. Algunos llegan con miedo, otros con una sonrisa de emoción, pero todos aterrizan con la sensación de haber vivido algo único.
Gran Canaria es el escenario perfecto para esto. Desde los acantilados de la costa hasta las montañas que parecen dibujadas para el vuelo libre, la isla ofrece un sinfín de paisajes que cambian con la luz del día y la estación del año. Hay días en los que el cielo nos regala atardeceres imposibles, y otros en los que las nubes nos envuelven y nos hacen sentir que flotamos en otro mundo.
Me gusta pensar que cada vuelo es un puente entre el suelo y el cielo, entre la rutina y la aventura. Cuando alguien me pregunta por qué hago esto, siempre respondo lo mismo: porque volar nos recuerda que somos más ligeros de lo que creemos, que hay otras formas de mirar la vida y que, a veces, basta con un salto para descubrirlo.
Si alguna vez has sentido curiosidad por el vuelo libre o quieres saber más sobre lo que hago, te invito a visitar el cielo.
!["Despegue en parapente biplaza con piloto e pasajero en primer plano, listos para volar.](https://www.christianfernandezdelvalle.com/wp-content/uploads/2025/02/despegando-parapente-biplaza.jpg)
Fotografía por Ole Dalen